Ser autoridad en la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) supone estar en servicio y ejercicio de potestades de mando, de carácter legítimo ante la población, amparados en unos fundamentos que les pone a cargo de un trabajo constante, diario, como entes fiscalizadores de las infracciones y faltas en el ámbito del tránsito terrestre.
Bajo el uniforme de la Digesett se ocultan múltiples historias de miembros de esa institución, quienes a menudo son insultados y sobre ellos recaen valoraciones negativas. En muchas ocasiones son agredidos física y verbalmente por parte de conductores que se atreven a desafiar su autoridad.
Ángela Montero, Iván Pérez y Carmen De la Rosa, son algunos de los uniformados que experimentan en carne propia la falta de educación vial que prima en la República Dominicana, reflejada en los últimos reportes estadísticos de la Digesett.
A las cinco de la mañana inicia la jornada laboral de estos agentes. Ángela Montero Lorenzo, sargento mayor de la institución, antes de salir a las calles prepara el desayuno de sus tres hijos de quienes se despide hasta aproximadamente las dos de la tarde, cuando finaliza su jornada laboral como fiscalizadora del tránsito.
La agente ha brindado cuatro de sus 34 años al servicio del organismo y durante este tiempo le ha tocado lidiar con todo tipo de situaciones. “Han tratado de agredirme, yo le digo que mantengan su distancia. No he llegado a la agresión física, pero verbalmente sí; mucha, muchísima”, explicó Montero a periodistas de Listín Diario.
Uno de los momentos más difíciles para la sargento mayor en el ejercicio de su labor fue enfrentarse a un ciudadano que le apuntó con un arma de fuego cuando intentaba fiscalizarlo. Aferrándose a los protocolos, según Montero, logró lidiar con la situación haciendo ceder al conductor.
Una situación similar vivió el agente Iván Pérez, quien en sus 12 años de servicio ha sufrido agresiones por parte de los conductores que muestran una “actitud prepotente” al ser detenidos por cometer una infracción de tránsito. Con más de una década de experiencia, ya ve los ataques como “algo normal” por la gran cantidad de veces que suceden.
No obstante, el agente asegura que sus superiors “los preparan” para actuar profesionalmente ante estas situaciones con el fin de brindar un “excelente servicio”. “Tratamos de no llegar al terreno de los conductores, sino que ellos vayan al terreno de nosotros”, agregó.
Cada mañana, Pérez deja a sus hijos de siete y cuatro años a cargo de su esposa, para enfrentarse a las vicisitudes que implica ser un agente de tránsito en la República Dominicana. Con una camiseta de mangas largas y una gorra para protegerse del sol abrasador, narra cómo ingresó a la Digesett en busca de una fuente de ingresos para costear su carrera como contable y mantener a su familia.
Como empleado de la Digesett, Pérez ha tenido varias experiencias “positivas” entre las que resaltó, con gran emoción, un regalo de bodas que le hicieron sus superiores y los premios y reconocimientos que ha ganado. “Cuando me casé me regalaron una estufa”, dijo con una sonrisa que se reflejaba en sus ojos por la mascarilla que cubría su boca.
Añadió que también hay conductores que lo recuerdan y “le regalan jugos” como muestra de agradecimiento por su “buen servicio”.
Los agentes de tránsito pasan la mayor parte de su tiempo en las calles en contacto con los ciudadanos, lo que les hace partícipes de experiencias memorables. Tal fue el caso de la cabo Carmen De la Rosa, quien en el marco de sus funciones socorrió a una embarazada.
“Yo estaba en la avenida Tiradentes con Kennedy aproximadamente hace dos años, tuve una conductora que había hecho un giro prohibido en la avenida Lope de Vega y la detuve. Ella era una señora embarazada que presentaba varios síntomas de parto y manejamos la situación auxiliándola, hasta que llegó la unidad de salud y el familiar que llamamos”, recordó De la Rosa.
Con tan sólo 17 años ingresó a la institución a través del Cuerpo Juvenil de Seguridad de Tránsito, Amet Juvenil, en el cual daba servicios a los centros educativos para darles paso a los estudiantes que transitaban las vías.
“Siempre me ha gustado el proceso de ayudar e interactuar con la gente y cumplir con la ley, que es una responsabilidad muy fuerte. Esto me llevó a ser parte de la Digesett”, manifestó De la Rosa.
Principales infractores
e infracciones
Los choferes de carros y guaguas públicas son para la oficial Montero “un tema particular”, quienes menos educación vial poseen, ya que obstruyen el tránsito y “montan” o dejan pasajeros en zonas no autorizadas.
De manera general, en la intersección de las avenidas Abraham Lincoln y John F. Kennedy donde laboran Montero y Pérez, la principal infracción es el salto de la luz roja, que viola el artículo 134 de la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, el cual establece que los conductores que se encuentren frente a la luz roja del semáforo deben detenerse en el lugar marcado sobre el pavimento.
En lo que va de año, el histórico de tránsito de la Digesett ha registrado 39,734 violaciones a la luz roja, más de 12,574 giros prohibidos, 11,829 obstrucciones de tránsito y por lo menos 17,174 casos de estacionamientos en lugares prohibidos.
Los agentes coincidieron en que el sexo femenino al volante es “el más agresivo” al momento de su detención y fiscalización. “Hay mujeres que violan la luz roja y cuando las queremos parar nos tiran el vehículo encima”, se quejó Pérez, mientras resaltaba que en el país debe reforzarse la educación vial y que los ciudadanos tienen que obedecer a las autoridades.
Ley 63-17
La Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, tiene por objeto regular y supervisar la movilidad, el transporte terrestre, el tránsito y la seguridad vial en la República Dominicana y establecer las instituciones responsables de planificar y ejecutar dichas actividades.
Para el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), esta ley constituye un paso agigantado para la organización de las calles del país. Asimismo, permite enfrentar las muertes por accidentes de tránsito y es a la vez un instrumento jurídico paradigmático, con la calidad para solucionar un problema ancestral.
LUZ ROJA
“No vi la luz roja, tengo una emergencia, no vi el letrero” son las excusas más frecuentes de los conductores al momento de ser detenidos por los agentes de la Digesett.
Además, De la Rosa considera que la falta de educación vial es un problema que viene desde el hogar. “Los conductores tienen mucha falta de disciplina y educación. No se respetan entre ellos mismos y a veces se nos torna un poco difícil”.
Aunque muchos conductores se niegan al llamado de atención de un agente, Montero puntualiza que no siempre se trata de poner una multa, pues su objetivo principal es educar al conductor para que las infracciones no se vuelvan a repetir.
Fuente: listindiario.com